Entorno

Juromenha

Desde el Castillo de Juromenha se divisa Olivença y el río Guadiana que se transforma en el gran lago, el Alqueva.

Situada en un punto estratégico de travesía del río Guadiana, a dos pasos de España y de la vecina Olivença, Juromenha siempre ha despertado el interés de los diferentes pueblos que han habitado la Península Ibérica. Según cuenta la tradición, sus primeras murallas se levantaron en tiempos de los romanos. En el periodo musulmán, Juromenha, entonces llamada Chelmena, se consolidó como un importante punto estratégico de defensa de Badajoz.

En 1167, Gerardo Sin Miedo conquistó Juromenha, que pasó, por primera vez, a manos portuguesas. En 1191 fue tomada de nuevo por los almohades y, en 1242, volvió definitivamente a manos de los portugueses reconquistada por D. Paio Peres Correia, Maestro de la Orden de Santiago. Desde entonces, el castillo de Juromenha ha desempeñado un papel relevante en la defensa de la frontera portuguesa. Se reedificó durante el reinado de Don Dinis, que, en 1312, le concedió la carta foral.

En el periodo de la Restauración (s. XVII), el viejo castillo de Juromenha dio paso a una nueva fortaleza, proyectada según el sistema de Vauban. Todavía no habían acabado las obras en la fortaleza cuando se produjo una fuerte explosión en su polvorín, causada por un fuego que se aproximó demasiado a un barril de pólvora, poco tiempo después de la batalla de las Líneas de Elvas (1659). Pero no quedarían aquí las desdichas de Juromenha durante la Guerra de la Restauración.

En 1662, el francés Nicolau de Langres, que había proyectado la fortaleza, entró en Portugal alistado en el ejército español. Este ingeniero militar participó en la toma de Juromenha por las fuerzas comandadas por Juan de Austria, hecho por el cual pasó a la Historia como caso curioso de alguien que contribuyó a la caída de una fortificación que había diseñado.

En el siglo siguiente, la Fortaleza de Juromenha sufrió los efectos del terremoto del 1 de noviembre de de 1755, que provocó daños que hicieron necesaria la realización de obras de recuperación y ampliación.

En 1801, protagonizó otro capítulo de la Historia de Portugal con motivo de la Guerra de las Naranjas, conflicto que debe su nombre a un seductor gesto de Manuel Godoy, Príncipe de la Paz y generalísimo del ejército español que, durante el cerco de Elvas, envió un ramo de naranjo y sus respetivos frutos a la reina Maria Luisa junto con el mensaje: “Nada poseo, pero sin nada iré hacia Lisboa”. Asolada por los españoles, Juromenha fue entregada sin resistencia por su gobernador, el teniente coronel Gama Lobo, hecho por el cual fue juzgado en consejo de guerra y exiliado a Angola.

Terminada la inconsecuente Guerra de las Naranjas, la fortaleza no volvió a ser escenario de confrontaciones bélicas y, tras la reforma administrativa de 1835, Juromenha pasó a formar parte del municipio de Alandroal, situación que perdura en la actualidad.

Ya en el siglo XX, su fortaleza, en la que también se encuentran la Iglesia Matriz y de la Misericordia, la antigua Casa Consistorial y una antigua cárcel, fue catalogada como inmueble de interés público. Entre 1950 y 1996 se realizaron en ella obras de conservación.